viernes, 2 de agosto de 2013

Cada día pienso en ti

A cada instante vienes a llenar mi memoria de dulces recuerdos. Al contrario de lo que creí un día, éstos no calman mi angustia. Quisiera que estuvieses aquí, viendo a esos pájaros deambular por la repisa de la ventana, revolotear alrededor de la sombrilla, en la terraza, aterrizar torpemente en la casita- comedero, coger un trocito de cacahuete, girar sobre sus diminutas patitas y emprender el vuelo rumbo a su nido. Uno, dos, tres, la familia entera. De buena mañana, al mediodía si refresca y antes de la puesta de sol. Alguno tropieza en su apresurado ir y venir con un coleguita, se empujan y se gritan algo que podría ser...¡y yo qué sé! Tú lo entenderías, ¿a que sí?
Crece mi planta favorita, robusta y exhuberante, ya ha dado sus primeras flores. Me gustaría tomarte en mis brazos y auparte para que acercases tu preciosa naricita a una de ellas y la olfateases a placer. Qué aroma! Lo entendías todo. Cariño, no quiero olvidarte pero no sé como recordarte sin pena, sin lágrimas. Como me gustaría que estuvieses aquí y reinases sobre este jardín, que el himno de tu reino fuesen los gritos de las golondrinas, el dulce canto del Mirlo y el chirrido del Blaumeisen advirtiendo a su familia de la presencia de un gato; en cuanto a tu bandera, esas nubes blancas y rollizas como torundas de algodón blanco desplazándose sobre el azul del cielo, o no, tal vez un manto de terciopelo negro salpicado de estrellas, o no, mejor un girón de raso rojizo y púrpura, el de la puesta de sol ondeando en el horizonte. Y ¿por qué no una cortina de copos de nieve? Tú nunca la viste pero tu mamá la contempla con los ojos llenos de lágrimas, sí, pensando siempre lo mismo. Cómo me gustaría que estuvieses aquí; te tomaría en mis brazos, envuelto en tu mantita, no vaya a ser que tuvieses frío y saldríamos a la terraza para que los gruesos copos de nieve blanca caigan sobre nuestras cabezas; con mi mano derecha extendida, atraparía algunos de esos copos y los acercaría a tu carita, mira, huele, lame, ¿ves? Esto es nieve Coco. Nieve. Una mirada me bastaba para saber que habías aprendido algo nuevo y si te gustaba o no.
" donde hay caritas bonitas..." Tú tenías que responder:  " la mía es la más bonita" y así acordamos que sería el santo y seña en nuestro futuro reencuentro en el Paraíso, porque  cariño, no sé si allí serás un gato, un niño, un ángel o un hermoso príncipe. Yo seré quien te quiere, te busca y te llama. Álguien que se inclinará ante ti y dará gracias a Dios por tanto cariño, la gracia y la belleza, la dulzura y la compasión que ofreciste a quien menos lo merecía. Te lo ruego, no olvides el santo y seña. Sí, tu carita es la más bonita mi dulce ángel.